En cuanto a la caligrafía


La caligrafía,
protagonista absoluta de nuestras cartas, ¿es una habilidad humana en camino de extinguirse?
Ese registro único que es la escritura a mano expresa rasgos de nuestro carácter, por la grafología sabemos que puede desenmascararnos. Por otra parte, difícilmente encontremos dos letras iguales, dos escrituras a mano iguales; cada individuo "dibuja" sus palabras con su particularidad.
Pero qué: ¿entonces, la mujer y el hombre actuales, al abandonar casi por completo la caligrafía, se ocultan, se resisten a desnudar aspectos de su ser humano? Tal vez no es un ocultamiento consciente, pero en ese acto, de una u otra manera, revelamos tendencias: sociedad líquida nos bautizó Zygmunt Bauman. 
Y en los niños en edad escolar, ¿cómo y cuánto influye la práctica de la escritura a mano, o no, sobre su psicomotricidad? ¿Debiera volverse a los ejercicios en cuadernos cuadriculados? Tal vez no tanto, tal vez se puedan utilizar otros métodos más atractivos. Pero el rito de pasaje que significa la labor de la mano, con todas sus connotaciones físicas y psíquicas, justificaría una inclusión formal en ese sentido.


En la manera cursiva, orgánica, las letras se vinculan estrechamente con el pensamiento uniéndose con armonía hacia su bajada hasta el papel. Son eslabones de una cadena físico-emocional las palabras que escribimos.
Puede ser que la tecnología nos vuelva perezosos/as, o puede ser que así nos volvemos porque disponemos de la tecnología. Es innegable que la practicidad que proporciona un teclado logra acercarse y seguir más veloz que la mano el flujo del pensamiento, cosa que significa una comodidad necesaria en el mundo de nuestros días. Pero tampoco es una aparición espontánea este sistema, antecedentes variados vienen habiendo: existió, existe, el telégrafo, la taquigrafía; existió la ejecutividad lograda con el tipiado en los gloriosos comienzos de la otrora moderna máquina de escribir que devino luego en el veloz modelo eléctrico.
Y hoy, todos, quien más quien menos, hacemos uso de una computadora. Entonces, ¿qué hacer ante una virtualidad que, pareciera, volatiliza interrelaciones en nombre de una mayor (aunque tal vez no mejor) comunicación?
Negarnos al avance tecnológico sería una necedad tan objetable como la ponderación sin cuestionamientos de ese avance. Entonces, y apenas para empezar, traigamos una reflexión primaria: sin abandonar apreciadas prácticas tradicionales, encuentro razonable libar, seguir libando, las mieles nutricias que nos lega cada escala desde la génesis de la remota escritura cuneiforme hasta hoy

El saber no ocupa lugar, decían nuestros cercanos antepasados: sabiduría para aplicar también aquí.